Las Putas de La Pampa, Santa Rosa


El puterio fluye por todas partes, las minitas que están más o menos buenas, en vez de salir a trabajar de oficinista por un sueldito magro, venden su cuerpo por unas pocas monedas.

Santa Rosa, provincia de La Pampa, no iba a ser la excepción, en un viaje de negocios que realicé a dicha ciudad, luego de la cena, salí con el auto a dar un paseo antes de retirarme al hotel a descansar.
La Veterana Callejera
Durante el paseo circulaba por la Avenida Luro y en el cruce  con la calle Pueyrredón , justo en la esquina observo a una escultural morocha parada en actitud de levante, acerco el auto y viene al pie, pido la tarifa, no recuerdo cuanto me pasó pero me resulto muy accesible. El tema era que la dama no quería venir a mi hotel por miedo a que la reconozcan, yo no estaba dispuesto a pagar un hotel alojamiento, ya que andaba medio corto de efectivo y si bien la mujer estaba buena no ameritaba semejante erogación de dinero por un simple polvo.
Pactamos un pete, ella me convenció diciéndome que era un pete bien hecho, y que se tragaba la leche, ahí no mas enfilamos a buscar una calle oscura y poco transitada para que la tía me haga la tan promocionada mamada.
Hicimos 7 cuadras y recalamos en una calle a una cuadra de la circunvalación, me desabroche los pantalones previo pago de lo acordado, saque la verga ya endurecida y la tía se acomodó como para tragársela, comenzó con una chupada suave, chupó los huevos, el tronco, me hizo un paja con la boca; subía bajaba sentía como la cabeza de mi verga chocaba con sus amígdalas. Estuvimos así por un largo rato, como disfruté esa mamada! De pronto comenzó a desatarse mi orgasmo, ella percibió las contracciones de mi pija y comenzó a chupar suave pero sin pausa, de repente comenzó a fluir mi leche y yo llegue al éxtasis tan ansiado, ella seguía chupando, en un momento me mostró la boca llena de leche y la trago sin mediar palabras, como mi verga seguía chorreando leche, volvió a chupar hasta dejarme la poronga limpia, volvió a tragar, me subí los pantalones y la lleve a su parada, con la promesa de volver a contactarla en mi próximo viaje.

El segundo encuentro fue casi un calco del primero, solo que esta vez la levanté Pedro Luro y Entre Ríos, la mamada fue tan buena como la primera, pero ya dos fue too much…Marta se llamaba no daba para más…

La pendeja Pampeana

En otro de mis viajes, como siempre luego de la cena en mi paseo previo antes de irme a dormir, no che lluviosa, pensaba que no iba a encontrar nada, pero en la esquina de Avenida España y Garibaldi veo parada a dos hermosas pendejas en actitud de levante, edad promedio 23 años, una rubiecita muy bien formada y la otra una morocha medio gordita, ni bien arrimo el coche se me acerca la morocha, le digo que quería salir con la rubia, vino la rubia, le pregunte la edad como para no ir en cana, me tiró un 20, después de verla bien observe que tenía unos cuantos más. Arreglamos la tarifa y la llevé al hotel donde estaba parando (el conserje cara de póker, no expresó objeción alguna) subimos por escalera al segundo piso y mientras subía observaba  un culito de formas redondeadas más que apetecibles, que los jeans ajustados resaltaban aún más.
En la habitación noté que estaba un poco falta de higiene, me saqué la ropa, ella hizo lo mismo, le pedí que me chupara la verga un poco, fue ahí donde le tomé esta fotografía.

Cuando ya se estaba cansando de chupar le sugerí que nos diéramos una ducha juntos, y que nos enjabonáramos uno al otro, fue así que aproveche a lavarla bien ya que venía medio corta de higiene. Le enjabone la concha, el orto, las tetas, le hacía patinar mi pija parada por la raya del culo enjabonado, le mandé dedos al clítoris, la pendeja se retorcía y se calentaba, me chupó la verga en la ducha estábamos los dos a re palo.

Nos secamos, y en la cama siguió con la mamada ya que me animaría a decir que ese es su fuerte, me coloqué el forro la puse en cuatro patas y le mandé pija a esa conchita mojada por su calentura, hasta el fondo, los huevos golpeaban en los labios vaginales y la pendex gemía que daba gusto oírla.

La coloque de espalda, le puse las piernas sobre mis hombros y le di murra mientras me deleitaba con las caritas que ponía, la llevé a una mesa que había en la habitación, la coloqué de espalda y sosteniéndole las piernas la penetre salvajemente, los huevos míos golpeaban el ojete y me excitaban a full. Le pedí el culo, no hubo manera de poder penetrarlo, ni dándolo más guita, tenía mucho miedo y me confesó que ella se dedicaba mas al pete rutero.

La puse boca abajo sobre la mesa y le mandé la poronga hasta el fondo y entre gemidos y bombeadas profundas me eché un polvo para el recuerdo.

La lleve a la parada, estaba la amiga bajo el toldo de un comercio, nos despedimos y me volví al hotel a descansar…

No hay comentarios: